Mi confrontación con la docencia

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cómo mencione en mi perfil soy licenciada en Comunicación y hasta la fecha trato de combinar mi profesión con la docencia, las dos se han convertido en grandes pasiones.

¿Pero cómo llegué hasta aquí?

Les comparto mi experiencia con la docencia…

Todo comenzó durante unas vacaciones de verano cuando aún cursaba la Licenciatura en Comunicación en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y comencé a dar clases en escuelas particulares de idiomas. Desde la primera clase que impartí descubrí que era una actividad que disfrutaba y me hacía sentir satisfecha, he de confesar que la sensación de ver a uno de mis alumnos aprehender y aplicar lo visto en clase en su vida cotidiana y sus estudios profesionales es un sentimiento incomparable.

Al terminar la licenciatura, dejé de impartir clases y me dedique exclusivamente a labores relacionadas con la comunicación; trabaje unos años en áreas de Comunicación Social de dependencias gubernamentales, donde la mayoría del trabajo consistía en redactar boletines informativos y discursos, la jornada laboral solía extenderse hasta la madrugada y los fines de semana sobre todo cuando algún Secretario o Director General tenía que rendir informe o participar en una ceremonia de inauguración, clausura, etc.

Al paso del tiempo comencé a sentirme desaprovechada, así que decidí probar en la iniciativa privada. Trabaje durante tres años en el departamento de publicidad y mercadotecnia de una empresa que se dedica a proveer los servicios de televisión, internet y telefonía por cable, mis funciones consistían en realizar eventos de promoción sobre nuevos canales y servicios, diseñar promociones para atraer y conservar clientes, elaborar pautas para medios masivos de comunicación y material publicitario como volantes, folletos y posters.

El trabajo me gustaba, sin embargo, aún me faltaba algo, extrañaba dar clases, necesitaba de nuevo sentirme útil para mi sociedad más que ser útil para unos cuantos empresarios; así que sin dejar mi antiguo trabajo comencé a dar clases en el Bachillerato Tecnológico donde laboro actualmente hasta que llego el momento de escoger alguno de los dos y decidí que lo mejor sería dedicarme de lleno a la docencia en el nivel medio superior donde ha sido gratificante y a la vez un reto convivir con adolescentes ya es una de las etapas más importantes para el ser humano en la cual se forma la personalidad para ser adulto y se toman decisiones que repercuten para el resto de la vida por lo tanto mi compromiso como docente siempre ha sido dar lo mejor de mí para transmitírselos a los estudiantes.

En este sentido, mi jornada laboral no sólo incluye las horas clase que imparto sino también tardes y noches en las que planeo las clases y establezco los objetivos y estrategias necesarias para impartir el tema procurando encontrar la manera de relacionarlo con los intereses y motivaciones de los estudiantes lo que me lleva a estar en constante actualización tanto en métodos de enseñanza como en sus temas preferidos (moda, artistas, redes de comunicación, etc.).

Mis clases se basan principalmente en el respeto mutuo y la tolerancia por lo tanto me dirijo a ellos como lo que son, personas inteligentes con características y personalidades únicas que están en proceso de formación; me gusta aprenderme sus nombres desde los primeros días de clase y reconocer cuáles son sus expectativas para con base en esto establecer cuál será mi plan de trabajo. Lo lamentable es cuando alguno de los estudiantes decide darse por vencido y abandonar la escuela sobre todo por problemas familiares o económicos sin haber agotado todas las posibilidades de solución.

En conclusión, ser docente, a diferencia de otros trabajos, tiene la ventaja de que ningún día es igual a otro ya que trabajamos con seres humanos que experimentan diferentes estados de ánimo incluso en una sola clase.

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